El Parque Alces
Nos encontramos a mediados
de Noviembre, un día en el que nuestra profesora de lengua nos llevó al parque
al parque a las 9:30 de la mañana (buena hora). La sensación de abandonar la
clase, con los radiadores encendidos, y
ponerse el abrigo ya era mala, pues fue aun peor cuando salimos al exterior
para dirigirnos al parque. El frío te calaba hasta los huesos y ninguno éramos
capaces de sujetar el bolígrafo entre los dedos sin que nos temblara la mano, pese a
estas malas condiciones y una niebla con la que no se podía ver nada nos
dirigimos al parque para hacer una redacción.
Lo que más me impresiono
del parque fue al llegar al pequeño estanque, que desde la distancia daba la
sensación de estar congelado. Pero solo era una sensación óptica, cuando nos
acercamos nos dimos cuenta de que el efecto era producido por la niebla y la
cantidad de basura acumulada en el suelo del estanque, pero aun así el paisaje
era bonito, la niebla lo cubría todo y eso hacía que los arboles parecieran
fantasmas. A lo lejos podíamos ver a nuestros compañeros al otro lado del
estanque, parecían sombras negras entre la espesa niebla, los barrenderos, con
un andar tranquilo y cansado, limpiaban las hojas del césped. Los árboles, a lo
lejos, se veían como sombras de varios metros sobre nosotros y los que tuvimos
al lado parecía de que estaba lloviendo sobre ellos de lo húmedos que estaban.
Nos intentamos sentar en un banco para empezar
a escribir, pero nos resultó imposible porque estaban chorreando de agua debido
a la escarcha que había; así que nos tuvimos que conformar con escribir de pie
mientras nos congelábamos las manos. Entre palabra y palabra había risa tras
risa para amedrentar el rato, al final entre palabras, risas y miradas al
paisaje se nos fue el frío y la hora, lo que hizo que tuviéramos que volver
corriendo a la entrada del parque.
¿Y la foto? Hay algunas faltas de ortografía pero está muy bien la descripción.
ResponderEliminarFaltan algunas entradas anteriores y la entrada de Don Juan.